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Foto del escritorLiz Montejano Fluchaire

Soledad y aislamiento

Actualizado: 30 jul

Las dificultades de comunicación e interacción social en personas autistas fueron interpretadas por los primeros investigadores como una simple preferencia por estar solas. Sin embargo, esta idea ha cambiado desde que los estudios recaban no solo el número de contactos sociales o la conducta observada sino la experiencia informada de los autistas.


La falta de contactos sociales y el tener pocas personas con las que se puede interactuar pueden conducir al aislamiento social, una situación por la que atraviesa el 79% de la comunidad autista [1]. Sin embargo, el tamaño de la red social de la persona no determina la percepción ni satisfacción sobre las relaciones personales. Únicamente cuando la persona siente una brecha muy amplia entre las relaciones sociales que tiene y las que desea se produce la soledad como estado negativo. Dicha sensación es completamente independiente a la cantidad de contacto con la gente, pues es una cuestión de percepción sobre lo significativo de la conexión social.

persona solitaria

Aunque la soledad emocional, que es una sensación desalentadora por falta de conexión significativa, es distinta del aislamiento social causado por falta de contacto con otras personas; son conceptos siempre vinculados ya que a menudo el aislamiento social precede o precipita la soledad emocional [2]. Ambas situaciones son desafíos continuos que enfrentan las personas autistas a lo largo de la edad adulta [3] debido a las dificultades de comunicación e interacción social propias del autismo.


Pese a que establecer relaciones sociales resulta muy desafiante para las personas autistas, el deseo de conexión social prevalece; y por eso es tan común un alto nivel de soledad que se estima es de hasta cuatro veces más frecuente en personas autistas que en la población promedio [1]. La soledad en autistas nace principalmente de la sensación de sentirse incomprendido, aunque también intervienen los siguientes factores [3]:

1.    Identidad autista

2.    Ansiedad aumentada

3.    Depresión

4.    Ideación suicida

5.    Experiencias negativas

6.    Indefensión aprendida

7.    Falta de comprensión y aceptación del autismo por parte de los demás.

8.    Evitación sensorial

9.    Camuflaje

10.  Desempleo

 

A algunas personas autistas les puede resultar más difícil entablar y mantener relaciones porque esto sucede comúnmente en espacios sociales que suelen ser concurridos y abrumadores a nivel sensorial. Cuando esto se combina con la ansiedad que muchas personas autistas manejan a diario, puede hacer que salir y conocer gente sea bastante inaccesible. De esta manera, si una persona autista no tiene un fuerte apoyo social puede fácilmente aislarse [4]. Para participar en el mundo social, las personas autistas no hallan más remedio que exponerse y luego buscar una soledad reparadora tras la sobreestimulación social [2]. Ahora bien, esta necesidad de tomar descansos a causa de momentos sensoriales abrumadores no implica una falta de deseo de una conexión humana duradera [5] pues ello perpetua el estereotipo de que las personas autistas no están interesadas en las interacciones sociales significativas.


Lugar concurrido para socializar

La necesidad de pasar a tiempo solas para autoregularse, puede ser una de las explicaciones de por qué las personas autistas no encuentran angustioso pasar tiempo en solitario; incluso muchas personas en el espectro disfrutan activamente de su propia compañía [2]. Sin embargo, estar solo como acto involuntario es aquello que puede generar un estado negativo.  Al menos dentro de la comunidad autista, la soledad no es percibida como sinónimo de estar solo. Se trata en cambio, de la sensación desalentadora relacionada con los desafíos en la interacción social, motivación y significado, y la tensión de las actividades cotidianas [6].


Sin duda dentro del vasto universo del espectro del autismo hay quienes logran tener relaciones satisfactorias y formar sus propias familias en la edad adulta. Pero también hay un buen número de otros autistas con graves problemas sensoriales y conductuales, cuyo universo social se ve restringido a su familia biológica como única opción para interactuar [5].


Esta situación de vida se debe a los desafíos propios del autismo para interpretar la información social y lidiar con la estimulación sensorial conducen a conductas atípicas que generan rechazo por parte de otras personas. Está demostrado, que, en los primeros segundos en que se conoce a una persona autista se tienden a formar opiniones no meditadas que influyen en el deseo de relacionarse con ella [7], incluso deriva en abuso o victimización interpersonal [2]. Esto revela que también existen factores externos que abonan al problema de socialización y que revelan que el comportamiento durante el acto social no solo debe recaer exclusivamente en la persona autista (leer “ambos lados de la empatía").


Las experiencias sociales desprovistas de empatía, provocan que las personas autistas perciban una desventaja al entablar una conexión social porque no solo les resulta difícil coincidir con el resto de las personas, sino que han experimentado el rechazo social continuo.  Las dificultades persistentes para interactuar pueden derivar en un estado de hipervigilancia ante las amenazas sociales y que se recurra en consecuencia al camuflaje para enfrentar el acto social. Cuando a pesar del uso de esos mecanismos no se tiene éxito se puede exacerbar la experiencia social negativa acarreando cuadros ansiosos para escenarios futuros y alimentando el ciclo de soledad. Por eso la soledad es vista por los autistas como una consecuencia inevitable de los desafíos en situaciones sociales [3].


ansiedad

Los sentimientos negativos y persistentes desafortunadamente derivan sentimientos de tristeza, apatía, parálisis, sensación de vacío, angustia y frustración [6]. De ahí que las experiencias sociales están vinculadas con problemas psiquiátricos como la depresión y la ansiedad. Por ello es innegable, el costo en términos de salud mental que pueden tener el aislamiento y la soledad.


La socialización es el punto de partida para abordar la problemática de aislamiento social y de soledad. Así que, a veces se cree que la solución radica en el entrenamiento de habilidades sociales, porque ciertamente disminuyen el aislamiento social, pero no se tiene en cuenta el costo que tiene para el autista el tratar de ajustarse mediante el enmascaramiento. Aun cuando la red social se haya expandido, actuar constantemente fuera de la naturaleza propia a la larga solo incrementa la soledad. Por eso, la aceptación y conocimiento propio crea un camino mucho más viable y natural para insertarse en la dinámica social y para reducir la soledad emocional.


Algunos autistas hallan una solución relacionándose con personas neurodivergentes o con otros autistas porque otorga una sensación de seguridad, reconocimiento, aceptación y pertenencia que facilita la interacción social[3,6]. Esto no implica que las conexiones solo deban forjarse entre autistas porque ello abonaría al problema del aislamiento social, pero puede ampliar el abanico de posibilidades para establecer conexiones a un nivel más profundo.


Reforzar la conexión social favorece sin duda el bienestar mental [8]; así que, por mucho que exista una dificultad al socializar también existe un valor innegable que las relaciones sociales tienen para aliviar la soledad [3]. Los autistas como grupo son un sector de la sociedad muy solitario y vulnerable a la sociedad, pero es posible reducir la distancia social cuando de ambos lados media la empatía y se admiten otras formas para conectar (leer más en conexión emocional autista).

empatía
 
Icono navega espectro

IDEAS PARA NAVEGAR

Practicar la autoaceptación sobre la identidad autista así como el autoconocimiento de fortalezas y debilidades a fin de desarrollar estrategias más precisas y naturales oara interactuar socialmente.

Utilizar los intereses como una forma de hacer contactos, unirse a grupo presenciales o en línea.

Escoger espacios menos concurridos y menos sobreestimulantes a nivel sensorial para desarrollar actividades de interacción social.

Utilizar las redes sociales y los foros en línea para crear contactos, teniendo cuidado con el acoso cibernético y otros riesgos en línea como el comparar la vida propia con la de otros. [9]

Recibir apoyo en grupos de acompañamiento autistas ya que las experiencias compartidas pueden resultar de gran ayuda a la hora de conectarse con otras personas. [9]

Pasar tiempo con mascotas o perros de asistencia. [9]

Hacer voluntariado como una manera de salir, conocer gente, desarrollar nuevas habilidades, y para dar estructura a la semana [10].

No compararse con otras personas, especialmente si no son autistas. [10]



REFERENCIAS


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