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Foto del escritorLiz Montejano Fluchaire

Síndrome de Asperger

Actualizado: 22 ago 2023


El nombre de síndrome de Asperger se acuñó por Lorna Wing casi cuatro décadas después de que Hans Asperger describiera esta condición en 1944. Fue de esta forma que se puso en el panorama científico un trastorno del neurodesarrollo que no cumplía con la totalidad de criterios diagnósticos del autismo(1) que incluye las siguientes características clínicas(2):

  1. Discurso: La edad de inicio es la esperada. El contenido del discurso es anormal (tiende a ser pedante y obsesivo con temas favoritos). Puede haber repetición estereotipada de palabras o frases. Hay falta de comprensión de chistes, aunque se aprecia un humor verbal simple.

  2. Comunicación no verbal: Poca expresión facial (excepto en emociones fuertes). La entonación vocal tiende a ser monótona o exagerada. La gesticulación es limitada. La comprensión de expresiones de otros es deficiente, se pueden ignorar o malinterpretar señales no verbales. Mira con seriedad al rostro buscando el significado que se le escapa.

  3. Interacción social: Falta de capacidad para comprender y utilizar las reglas que rigen el comportamiento social. Su comportamiento social es ingenuo y peculiar.Pueden ser conscientes de sus dificultades e incluso esforzarse por superarlas, pero de manera inapropiada y con una marcada falta de éxito. Algunos son demasiado sensibles a las críticas y sospechan de otras personas.

  4. Actividades repetitivas y resistencia al cambio: Tienden a apegarse intensamente a posesiones particulares y son muy infelices cuando están lejos de lugares familiares. Ante algunos temas u objetos se les encuentra absortos.

  5. Coordinación motriz: Los movimientos motores gruesos son torpes, mal coordinados y a veces estereotipados.

  6. Habilidades e intereses: Puede presentarse excelente memoria mecánica con interés intenso en uno o dos temas.

El término "Síndrome de Asperger" ingresó formalmente en la clasificación de la OMS (CIE-10) y en el Manual americano de diagnóstico Psiquiátrico (DSM) en 1994 (Leer más en ¿Qué organismo define y clasifica al TEA?). En ese momento había una distinción con el autismo estudiado por Kanner, al que se le señalaría como autismo severo o clásico. Sin embargo, la hipótesis del continuo autista de Wing tenía como meta explicar que tanto el síndrome de Asperger como el autismo de Kanner pertenecían a un mismo trastorno, de modo que en un extremo se hallaría el desarrollo normal y en el otro extremo el autismo de Kanner. Para ello, la investigadora estipuló tres áreas de desarrollo afectadas en este continuo, hoy conocido como la Tríada de Wing:

-Ausencia o dificultades en la interacción social

- Ausencia o dificultades en el uso del lenguaje, tanto verbal como no verbal

-Ausencia o escasez de actividades verdaderamente flexibles e imaginativas, sustituidas por un estrecho rango de intereses repetitivos y estereotipados.


La propuesta puntual de la Triada de Wing sentó las bases de la unificación diagnóstica hasta constituirse oficialmente en la clasificación oficial en 2013 como Trastorno del Espectro Autista. Desde esa fecha, clínicamente el término autismo y síndrome de Asperger no existen; y su equivalencia, con base a la división por grado de ayuda, el autismo severo correspondería a un nivel 3 y el síndrome de asperger o autismo de alto funcionamiento correspondería al nivel 1 (Leer más en ¿Hay niveles o grados en el TEA?). La difusión actual del TEA insiste en desaparecer los conceptos dispares dentro del autismo; pero lo cierto es que prevalece la denominación, porque por un lado muchas personas se descubrieron en la condición empleando esos nombres y por otro, persiste la idea de diferenciar a las personas cuyo desarrollo cognitivo está conservado, es decir, que no presentan afectaciones en sus capacidades intelectuales o que incluso (en una pequeña muestra de casos) se descubre un alto coeficiente intelectual.


El concepto del espectro ha ayudado a comprender el paradigma del autismo, no obstante, ha causado confusión tanto para aceptar y compartir un diagnóstico que supone pertenecer a un colectivo en donde no se comparten el total de características como el retraso en el lenguaje, estereotipias, bajo coeficiente intelectual o la ecolalia. También plantea un reto para asociar o no criterios discapacitantes (Leer más en ¿Es una discapacidad?). En contraparte, es inegable que las dificultades de interacción social, los intereses restringidos y la rigidez en el comportamiento son una constante en todas las personas autistas.


Justamente estas complejas implicaciones dentro del TEA son la causa del diagnóstico tardío o erróneo, así como la difícil comprensión del mismo cuando se trata de casos del nivel 1. Rubén Palomo, investigador de la Universidad Complutense de Madrid, invita a utilizar el término Síndrome de Asperger si eso ayuda a la hora de entender las implicaciones del síndrome y afrontar la realidad (5).


Además, existe una producción científica muy valiosa elaborada durante poco más de tres décadas que emplea el término en cuestión, de tal forma que esa información puede resultar de enorme valía para quienes tienen un determinado grupo de manifestaciones. La muy reciente denominación del autismo como Trastorno del Espectro Autista, implica un cambio a nivel lingüístico; estos tipos de cambios suelen ser más consistentes cuando permean en la sociedad naturalmente sin imposiciones radicales. Por eso es de esperar que el cambio sea gradual, en tanto se actualiza la literatura sobre el autismo y se difunde esta condición.

Referencias


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