La idea tradicional de síntoma se asocia a la temporalidad, y el hecho de que algunas psicopatologías o trastornos exhiban persistencia en la persona orilla a describir estas características como rasgos, un término asociado a desórdenes de la personalidad y que ha tomado fuerza para describir las manifestaciones autistas. Ya que la palabra síntoma se asocia al concepto de enfermedad (leer más en ¿Es curable?), se ha recurrido a la palabra rasgo para describir las características del autismo como una condición y no como una enfermedad. Incluso la fuerza del uso coloquial de estos términos se ha filtrado también en documentación científica y la palabra síntoma puede también connotar un comportamiento o experiencia.
En el ámbito de la salud mental importa mucho esta frágil distinción entre manifestaciones de corto plazo (síntomas) y tendencias a largo plazo (rasgo); a nivel científico esta diferenciación es particularmente útil ya que clarifica el objeto de estudio. Por tanto, los rasgos se convierten en constructos que reflejan la probabilidad más esperada sobre comportamientos y experiencias sin que ello implique que deban están presentes a cada momento. Si el rasgo se asume como una tendencia y síntoma como un estado temporal surge la pregunta sobre su relación. Pero uno y otro pertenecen a diferentes constructos, los síntomas se asocian más con la enfermedad debido a que es un estado y el rasgo a una condición debido a la permanencia de la manifestación, independientemente de que oscile su intensidad a lo largo del tiempo. Esto ha conducido a pensar que si la manifestación acompaña a la persona a lo largo de la vida, eso signifique una condición y una enfermedad por lo cual la palabra síntoma no reflejaría la situación real de la persona.
Por otro lado, la edad o momento de aparición no son criterios confiables para distinguir entre síntoma y rasgo, debido a que un rasgo puede tener cambios y formas de expresión conforme avanza la vida del individuo, tal y como sucede con el Trastorno del Espectro Autista. Además, las manifestaciones se presentan distintas por el modo, su intensidad y la frecuencia, abonando a la heterogeneidad del espectro autista. Lo cierto es que, es complejo distinguir las manifestaciones propias de una condición de vida y aquellos síntomas que indican una comorbilidad o trastorno simultáneo (leer más en eclipsamiento diagnóstico) porque parecieran pertenecer a un mismo lienzo a penas distinguible.
Bajo esta perspectiva, es perfectamente razonable señalar que algunos síntomas pueden ser considerados rasgos. Sin embargo, en el ámbito científico, que no sigue el uso coloquial, se emplea el término síntoma. Por esa razón en el manual DSM y en la clasificación CIE la palabra síntoma es empleada como indicativo de un desorden (1) para describir las características del Trastorno del Espectro Autista (leer más en ¿Qué organismo define y clasifica el TEA?).
IDEAS PARA DETECTAR |
Tratar de comprender tanto rasgos como síntomas del individuo a través de una investigación longitudinal (1). |
Aplicar evaluaciones continuas que realmente revelen la situación de la persona (1). |
Identificar rasgos mediante cuestionarios y su correlación con distintas evaluaciones para determinar que efectivamente se trata de un rasgo (3). |
Emplear evaluaciones enfocadas en revelar los extremos de una dimensión, ya que los los puntajes atípicos suelen estar acompañados de algún tipo de desorden o trastorno (4). |
Referencias
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