Se ha identificado, mediante resonancias magnéticas, que los cerebros autistas desarrollan déficits sociales, conductuales y comunicativos debido a alteraciones neuroanatómicas.
La neuropsicología es la ciencia que estudia la relación que tiene el cerebro con los procesos mentales y la conducta. Principalmente se enfoca en la cognición (procesamiento de la información), porque se interesa por las funciones que realiza el cerebro en una tarea o contexto específico (1). Esta ciencia es el puente entre lo que sucede a nivel físico y a nivel mental en el cerebro para realizar una determinada tarea o actividad. Las redes neuronales se activan a pequeña o gran escala para realizar la tarea, pero dependiendo del tipo de tarea se demandará un área diferente del cerebro o sistema nervioso central (SNC).
El análisis del SNC se realiza mediante el corte imaginario de tres ejes. El primero es el Eje anterior-posterior, que se compone de una zona frontal donde se controlan los procesos conscientes y reflexivos (abstracción y cognición social) y una zona posterior relacionada con estímulos sensoriales y percepción. También la zona frontal da seguimiento a las acciones y el uso de información procedente de diferentes zonas del cerebro. El segundo eje es el cortical-límbico, compuesto de la zona dorsal a cargo de procesamientos cognitivos y de la zona ventral a cargo de procesamientos emocionales. El tercer eje denominado medial lateral, se divide en zonas del mismo nombre; la primera atiende los procesamientos internos del individuo, y la segunda se centra en cuestiones visoespaciales.
El Trastorno del Espectro Autista tiene diferencias en el uso de las zonas cerebrales; este hecho fue comprobado mediante imagenología y analizado neuroanatómicamente por Amaral, Mills y Nordahl en el 2008. Identificaron que los déficits sociales (zonas azules de la imagen inferior) de las personas autistas tenían implicadas a la corteza orbitofrontal (OFC), la corteza cingulada anterior (ACC), las neuronas espejos de la amígdala (A), los giros fusiformes (FG) y la corteza parietal posterior (PPC). La amígdala, que en realidad es un grupo de núcleos de neuronas, tiene por función la discriminación de estímulos y cuya alteración conduce a la sensación de miedo o rabia. Por su parte los giros fusiformes tienen diferencias con las personas neurtípicas, los cuales resultan del plegamiento del tubo neural en la cavidad craneana durante la formación embrional. La conducta antisocial tiene un sustrato neurofuncional en la corteza parietal posterior (4).
Los déficits de comunicación (color verde de la imagen inferior) se debe a diferencias del área de broca o giro frontal inferior (IFG), a los ganglios bsales (BG), el tálamo (Th) que filtra la información que llega a la corteza, el cerebelo y el área motora suplementaria (SMA) que es importante para la ejecución del lenguaje a través del uso de los órganos fonatorios (nariz, boca y garganta).
Los comportamientos repetitivos (color rojo en la imagen inferior) se deben a alteraciones en la corteza orbitofrontal (OFC), la corteza cingular anterior (ACC), los ganglios basales (BG) y el tálamo (Th).
Referencias
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