El mecanismo que tienen los seres vivos para alcanzar metas de supervivencia, es mediante la sensación de recompensa tras una acción; así que las especies con cerebros que les permitan obtener mejores recompensas avanzan evolutivamente. Por eso, suele producirse una gratificación si se atienden las necesidades del cuerpo y se procura la homeostasis (estado de equilibrio de los seres vivos), se asegura la propagación de genes mediante la reproducción sexual y la protección de la descendencia, se obtiene placer o se evita un efecto negativo como el castigo o el dolor.
El cerebro está configurado para identificar el valor de recompensa, y luego dirigir la adquisición de estos objetos de recompensa a través del aprendizaje, el enfoque o aproximación, la toma de decisiones y las emociones positivas; por lo cual, las recompensas no se definen por sus propiedades físicas sino por las reacciones conductuales que inducen(1).
La recompensa no es concepto unitario, consta de al menos dos fases y demanda tanto un deseo anticipatorio (motivación o impulso para obtener un reforzador) como el agrado consumatorio (respuesta de placer a un reforzador). Por lo general, al cerebro "le gustan" las recompensas que "quiere"; pero se ha descubierto que esos procesos son disociables tanto psicológica como neurobiológicamente(2). Al parecer, en el sistema de recompensas del cerebro autista está comprometido solo el proceso previo a obtener la recompensa denominado motivación. Tal deficiencia puede afectar severamente el inicio de un comportamiento debidamente motivado al interrumpir la capacidad de buscar y acercarse a los incentivos ambientales (3).
Considerando que las deficiencias sociales son características cardinales del TEA, inicialmente los estudios se enfocaron en la recompensa social (afecto, elogios, atención, reconocimiento). A raíz de ello, se desarrolló la hipótesis de la motivación social del autismo propuesta por Dawson, la cual postula que las personas con trastorno del espectro autista (TEA) muestran una capacidad disminuida para asignar un valor de recompensa apropiado a los estímulos sociales, lo que conduce a una disminución del placer en la interacción social y dificulta el desarrollo y mantenimiento de las relaciones sociales (4).
Sin embargo, estudios de imagenología funcional que pretendía corroborar a nivel neurobiológico el déficit en la motivación social, descubrieron que efectivamente las personas autistas muestran diferencias neuronales en el procesamiento de recompensas debido a una hipoactivación del circuito de recompensa, pero no solo para las recompensas sociales sino también para las no sociales(5).
El procesamiento aberrante de recompensas (tanto para estímulos sociales como no sociales) puede tener efectos secundarios para orientar, buscar, involucrar y mantener experiencias gratificantes(4). Hasta el momento se considera posible que el procesamiento de recompensas atípico contribuya al desarrollo de intereses restringidos(5) pero también puede crear la "tormenta perfecta" para la disminución de la competencia social, el aumento del aislamiento social y la soledad en personas con Trastorno del Espectro Autista (4).
"No suelo sentir la necesidad de convivir con mis amigos así que simplemente olvido buscar un encuentro con ellos. Pero cuando la convivencia transcurre y todo termina aparece una sensación agradable."
De hecho, la soledad está considerado el predictor más fuerte de síntomas depresivos y con la pérdida de placer (anhedonia) como consecuencia de la falta de motivación para obtener recompensas (6). Un estudio relativo a la recompensa y la depresión en personas autistas, señala a la anhedonia como un mecanismo potencial que afecta la salud social y emocional de autistas (4). Se piensa que existe un camino propio del TEA hacia una depresión mantenida, que parte de desde la variabilidad individual de los déficits sociales de cada autista para constituir la presencia de la anhedonia, el cual confiere un riesgo para la soledad y subsecuentemente un cuadro depresivo.
El déficit en el sistema de recompensas en personas autistas puede conducir al florecimiento de intereses especiales, pero desafortunadamente también a la aparición de síntomas depresivos que cruzaron antes por conductas solitarias y anhedónicas. Considerando el hecho de que la sensación de gratificación está intacto, no así la motivación, es probable que identificando actividades placenteras se busque la manera de repetirlas a pesar de que no exista un pensamiento o intención asociado de búsqueda de recompensa.
"Desde que descubrí que mi mente tiene un desperfecto para activar la idea de buscar algo placentero; de forma consciente me he propuesto hacer cosas que sé que en el pasado me han provocado felicidad. Es como saltarse la parte mental de pensar antes de hacer y simplemente hacer"
IDEAS PARA NAVEGAR |
Evaluar las habilidades del mundo real que combatan la soledad y/o aumenten la retroalimentación social positiva a fin de mejorar la salud emocional (F). |
Buscar ayuda profesional con un tratamiento personalizado conforme a los déficits específicos del TEA. |
Mantener un mínimo de actividad social como parte del esquema de vida, aunque naturalmente no se presente una motivación para hacerlo, a fin de procurar la conservación del equilibrio anímico. |
Probar con deportes no competitivos o clases con algún tema de interés como una oportunidad de interacción estructurada. |
El juego de roles pueden ayudar a tener reciprocidad emocional y permite practicar situaciones inesperadas sin lidiar con la presión social. |
Los juegos de mesa ayudan a mejorar la capacidad de mantener conversaciones informales. |
Referencias