Entender a otros más allá de la conducta observada sino en términos de lo que sienten y piensan, es una habilidad humana que se da por sentada; sin embargo, esta habilidad es el resultado de un conjunto de destrezas sociales que se van adquiriendo durante la primera etapa de vida. La suma de dichas destrezas otorga una base intuitiva para interactuar a nivel social, como si se supiera a ciencia cierta sobre las creencias, deseos y sentimientos del interlocutor a fin de predecir lo que sucederá a continuación. La mente se convierte en una máquina de reconocimiento de señales sociales que a partir de la experiencia previa puede teorizar sobre las intenciones y motivaciones de otros. Esta capacidad para teorizar sobre otros se le llama Teoría de la Mente (ToM) o mentalización cuando la capacidad para reflexionar abarca no solo sobre los estados mentales de los demás, sino también sobre los propios.
Si se ve a una persona dejando su casa con un paraguas en la mano, no solo se comprende el suceso, sino que se teoriza que esa persona cree que lloverá. Esa predicción no se basa en hechos sino en creencias; por lo que existe un rango de equivocación que es admisible en términos de comprensión del fenómeno social. Esta habilidad espontánea para realizar hipótesis a nivel social es lo que suele fallar en la mente autista y que genera dificultades en la reciprocidad e interacción social [1].
Entre los cuatro y cinco años de edad se muestran los primeros signos de Teoría de la Mente, y se muestra más sofisticación hacia los siete años de edad [2]. Primero se desarrolla la comprensión de las intenciones, luego la capacidad de comprender los deseos y, finalmente, la capacidad de comprender las creencias. En cambio, parece que se requiere una edad mental mínima de 11 años para que una persona autista tenga al menos un 80% de posibilidades [3] de resolver una situación social empleando mentalización debido a un retraso significativo con deficiencias en la comprensión de deseos y creencias [4]. Esta capacidad se evalúa con la tradicional prueba de lectura de mente llamada Test de Sally-Anne.
Aunque esta capacidad puede seguir mejorando durante la infancia media y la adolescencia [5,6] las dificultades para una rápida comprensión de la situación social prevalecen a lo largo de la vida. La investigadora Uta Frith explica que las personas autistas no pueden rastrear milisegundo a milisegundo lo que alguien más puede sentir, saber o creer. “Es como si el cerebro estuviera dotado de un GPS que permite navegar sin esfuerzo en el mundo social y la mente autista solo tiene un mapa con el que al final pueden navegar, pero es más engorroso y tardado” [1].
Es importante señalar que la teoría de la mente no es una habilidad mental aislada y es probable que esté interconectada con otras funciones cognitivas, como la inteligencia, las funciones ejecutivas o el lenguaje [4]. Sucede que las tareas de mentalización son tan exigentes a nivel mental que requieren un nivel muy alto de uso de funciones ejecutivas [4], y al estar afectadas en personas autistas, estas no pueden demostrar plenamente sus verdaderas capacidades en esta área. Además, se ha visto que un coeficiente intelectual más alto generalmente se asocia con mejores habilidades de ToM [4]. Por eso la gravedad de los déficits de la Teoría de la Mente se asocia al nivel de apoyo requerido [7], no obstante, aún no hay consenso sobre si esto es una deficiencia inherente al autismo o solo se trata de un retraso significativo [4].
La capacidad para mentalizar sobre otros, ofrece la ventaja para proyectar y explicar lo que alguien está haciendo, sus motivos y lleva aparejada la capacidad para mentir, que se basa en la habilidad de insertar creencias falsas a conveniencia considerando el conocimiento sobre alguien más a través de la Teoría de la Mente. Esta tarea requiere que se reconozca que alguien tendrá una creencia incorrecta porque no tiene la misma información que usted sobre una situación [8]. Por eso es bastante frecuente que las personas autistas no utilicen el mecanismo de la mentira para relacionarse ni que gusten de practicarlo porque su mente tiende a los hechos comprobables. En términos amplios esto es una característica admirable de la mente autista, pero ello también puede conducir a problemas de interacción social porque la mentira social se utiliza para no incomodar u ofender con información directa y verdadera; algo que no es parte de la cultura neurotípica[1].
Partiendo de esta perspectiva, algunos investigadores plantean que las personas con autismo pueden no carecer inherentemente de una Teoría de la Mente, pero pueden carecer de una teoría de la mente neurotípica, específicamente. Es importante destacar que esto funciona en ambos sentidos: las personas neurotípicas también parecen carecer de una teoría de la mente autista [9, 10]. Esta perspectiva, denominada "problema de doble empatía"[11], suele ser respaldada por las personas con TEA. [4] El problema de la doble empatía reconoce que es más fácil comprender la mentalidad de las personas que son más similares a uno; por el contrario, es más difícil comprender la mentalidad de quienes tienen normas y expectativas diferentes a las propias. [11] Se ha demostrado que los neurotípicos no son eficaces a la hora de interpretar las conductas autistas, lo que sugiere que las dificultades de interacción social en el autismo pueden ser resultado de una mala interpretación de los diferentes estilos de comunicación entre autistas y neurotípicos y no un rasgo inherentemente autista [9 (leer más en "Ambos lados de la empatía")
No es sorprendente que esta falta de reciprocidad tenga consecuencias negativas para la salud mental de los autistas. Por ejemplo, el hecho de que la mayoría neurotípica los perciba constantemente de manera errónea se ha asociado con que los autistas se sientan obligados a retirarse de la sociedad, camuflarse y enmascararse , y sentirse aislados [12].
La Teoría de la mente suele ser confundida con la empatía, pero está demostrado por imágenes cerebrales que son aspectos separados e incluso la mentalización significa tomar los sentimientos en cuenta o el seguimiento de los cambios en los sentimientos. Mientras que la empatía es un sistema cerebral que tiene que ver con algo como el contagio, así que lo que siente alguien lo puede sentir alguien más, como la risa, el dolor, el sufrimiento o la alegría; y esto es algo que en el autismo está intacto, pero no la mentalización. [1]
La Dra. Bercovici explica que los autistas suelen procesar desde el detalle hacia el significado global (bottom-up); lo cual significa que para construir un panorama general o tomar una decisión se recopilan y procesan a nivel mental las pruebas o datos necesarios. Esta forma de procesamiento está en conflicto directo con muchos escenarios de la Teoría de la Mente o ToM ya que esta habilidad demanda un alto nivel de suposición que implica asumir que uno entiende y sabe lo que la otra persona está pensando y sintiendo sin pedirle información explícita [8].
Un problema adicional, es el hecho de que la Teoría de la mente mide o evalúa la capacidad de inferencia y no de comprensión, y esto es un punto clave, ya que las personas autistas al procesar la información a detalle necesitan más tiempo e información precisa para llegar a una conclusión y cuando se está en una situación social no hay tiempo de recopilar la información de esa manera y el contexto obliga a solo basarse en suposiciones con los datos limitados que se disponen (leer más en velocidad de procesamiento). En este sentido, las personas neurotípicas aventajan por mucho a las personas autistas cuando se trata de tomar atajos mentales, ahorrar tiempo y filtrar la información social. En contraste, es posible que al proporciona información explícita a la persona en el espectro autista esta llegue a una conclusión incluso más precisa, consciente y considerando el total de ángulos que no permite una gran capacidad de mentalización (leer más en intuición social disminuida).
Esto ha provocado que se ponga en perspectiva la habilidad de mentalización en personas autistas, porque más que un déficit apuntaría a una falta de reciprocidad y mutualidad [8] entre autistas y neurotípicas. Por esta razón desde el estudio original han surgido muchas críticas en torno a la validez de los hallazgos, cuando en 1985 el investigador Baron-Cohen consideró que los déficits de la Teoría de la Mente eran la causa única detrás de los déficits en el autismo. Hoy día está demostrado que existen una multitud de factores involucrados en el Trastorno del Espectro Autista y por eso hasta el momento no existe una teoría psicológica que explique el total de manifestaciones del autismo (leer más en Explicar el autismo).
IDEAS PARA NAVEGAR |
Personas del círculo cercano pueden verbalizar sus sentimientos y creencias sobre otros para que la persona autista pueda apreciar la perspectiva neurotípica y asimilar con mayor facilidad las señales sociales. |
Considerar que con mayor tiempo e información explícita se puede comprender el estado mental de otras personas. |
Solicitar información explícita a personas de confianza del círculo cercano. |
Diferenciar mentalización de empatía para evitar percepciones erróneas. |
Ampliar la perspectiva sobre la forma de empatizar tanto de autistas como de neurotípicos. |
REFERENCIAS
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