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Foto del escritorLiz Montejano Fluchaire

Hiperconectividad

Actualizado: 22 ago 2023


El funcionamiento del cerebro humano se basa en una red compleja de interconexiones entre neuronas, cuya función es la de procesar la información. Cada neurona es capaz de recibir unos 10,000 valores de entradas o inputs y retransmitir la información a cientos de miles de neuronas, que pueden pertenecer a diferentes grupos o redes neuronales. La información va moviéndose a través de la red en función del tipo de datos que se estén procesando, y esto ocasiona que determinadas neuronas se agrupen como nodos que filtran esa información. Por lo tanto, las interconexión de las redes neuronales crea una organización cerebral determinada, creándose nodos o concentraciones más importantes en regiones específicas del cerebro.


Estudios recientes han demostrado la existencia de una serie de regiones centrales neocorticales altamente conectadas y centralizadas que juegan un papel clave en la integración de información global. Por ello, tanto Basset como van de Heuvel consideran que juegan un papel central en el establecimiento y mantenimiento de una comunicación cerebral global eficiente, una característica crucial para el funcionamiento saludable del cerebro.


Para examinar la función y el papel de estos centros cerebrales, se desarrolló el concepto rich-club (club rico) como una analogía a las estructuras sociales en donde existen individuos más ricos que están mejor conectados. En 2006, Colizza indicó que el fenómeno del “club rico” se presenta cuando los nodos de una red tienden a estar más densamente conectados entre sí, es decir, que hay una hiperconectividad. En 2011 se logró obtener un modelo que muestra la disposición anatómica del club rico en la red cerebral estructural del cerebro promedio en donde se representan a los clubes ricos como nodos de mayor tamaño que se interconectan a través de redes de mayor o menor jerarquía.



Mediante el empleo de resonancias magnéticas de pacientes con trastornos en el neurodesarrollo, van de Heuvel y Sporns, concluyeron que las alteraciones en la conectividad estructural y funcional de las redes neuronales están vinculadas a las neuropatologías(1). Los resultados de los análisis tanto estructurales como funcionales de cerebros con TDHA y TEA convergieron en un patrón llamativo: el grupo TEA se caracterizó por una conectividad excesiva, mientras que el grupo TDAH se caracterizó por una conectividad insuficiente explicado por una anisotropía conectiva (en distintas direcciones espaciales).

A pesar de que los cerebros autistas tienen mayor cantidad de conexiones funcionales dentro de los clubes ricos, en realidad mostraban menor tamaño que los del grupo de control; del tal forma que el aumento en el número de fibras no se traduce en una mayor conectividad funcional. Más bien, la conectividad funcional general es menor en personas con TEA, lo que implicaría que esta organización atípica en la población autista se clasifique como una comunicación desordenada e ineficiente(2).


Contrario a ello, el Dr.Mottron defiende que " aunque la tendencia natural es pensar que el autismo es una forma de desorganización. [en realidad] es una reorganización del cerebro". Su argumento se fundamenta en la comparación de centenares de imágenes cerebrales, tanto de personas autistas como no autistas, donde se observó que los cerebros de personas con TEA muestran más actividad en unas regiones cerebrales que otras, lo que sugiere que el registro de la información es distinta a los cerebros neurotípicos. Así por ejemplo, los cerebros autistas exhiben más actividad en las regiones temporal y occipital (percepción y el reconocimiento de patrones y objetos) y menos actividad en la corteza frontal (funciones ejecutivas superiores) que los cerebros no autistas (3).


Entonces, las anomalías en la conectividad estructural provocan una reorganización funcional general del cerebro que incide en los procesos de percepción y en los procesos de registro y procesamiento de la información en el cerebro. Esto permite que las personas autistas realicen con éxito, aunque a su manera, tareas cognitivas de alto nivel que normalmente requerirían una fuerte participación de las áreas frontales en las personas neurotípicas.


Referencias


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