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Foto del escritorLiz Montejano Fluchaire

¿Hay niveles o grados en el TEA?

Actualizado: 28 jun


A causa de la multitud de variables, la población del Transtorno del Espectro Autista es muy diversa. Este fenómeno complica tanto la detección y correcto diagnóstico como la difusión adecuada del TEA; al respecto, las comorbilidades son la primera línea de sintomatología que confunde el diagnóstico correcto. Por otro lado, el coeficiente intelectual tan polarizado ha contribuido a la creación de estereotipos muy marcados de cómo son o deben parecer los autistas; ya sea porque la persona debe parecer completamente impedido o superdotado para atribuírsele la característica de autista. Esto importa, porque las personas que no son detectadas en etapas tempranas aprenden a camuflajear sus síntomas e imitar comportamientos socialmente aceptados; en la adultez son propensos a desarrollar otros trastornos mentales y físicos a causa del conflicto constante entre su tendencia natural para percibir y procesar la información y aquello que demanda el medio sociocultural.


A pesar del cúmulo tan diverso de manifestaciones del TEA, éstas se agrupan en dos núcleos característicos o core symptoms: la comunicación e interacción social (CIS), y los comportamientos restrictivos/repetitivos (CRR); otorgando los rasgos icónicos de la población autista. Los CIS repercuten en el aspecto social como la forma de manejar y enfrentar la comunicación, la reciprocidad social y las relaciones interpersonales; mientras que los CRR provienen de las anormalidades sensoriales, tipo de intereses y estereotipias. En paralelo a estos rasgos nucleares, inciden significativamente las comorbilidades médicas (20 a 40% de los autistas) y los déficits cognitivos (40 y 60% de los autistas). Esto significa que la suma total de estos factores dará como resultado una forma de expresión única en cada persona dentro del espectro autista. Además, la interacción, reciprocidad, comunicación, intereses y comportamientos se percibirán como más o menos atípicos en función del grupo sociocultural al que pertenezca el individuo.


Las manifestaciones particulares de los síntomas del TEA, también repercuten en la intensidad. Por ello, en el pasado se recurrió a una clasificación del espectro autista donde la severidad y signos evidentes eran la referencia para asignar un grado de autismo; así fue que se acuñó el término autismo clásico o severo y autismo leve o de alto funcionamiento.


En la actualidad está cayendo en desuso esa clasificación, porque se ha comprobado que por ejemplo la falta de verbalización no implica necesariamente una incapacidad para comunicarse, siempre que se otorguen los apoyos alternativos al lenguaje oral. También se ha visto que si se permiten adaptaciones en el entorno y modos de entablar una relación, las personas autistas incrementan su nivel de interacción social. Por eso desde el año 2013, la quinta edición del manual de diagnóstico psiquiátrico DSM, estableció tres niveles que no se basan en la intensidad o severidad de los síntomas sino en la ayuda requerida para hacer frente a los desafías que supone vivir dentro del espectro autista(1):


Grado 1 “Necesita ayuda”

Grado 2 “Necesita ayuda notable”

Grado 3 “Necesita ayuda muy notable”


De esta forma, la clasificación a que remite el TEA se refiere al nivel de ayuda o apoyo necesario, dejando atrás el nivel de severidad que pertenece más a un constructo sobre las manifestaciones socialmente aceptadas para comunicarse, interactuar y comportarse (leer más en ¿es una discapacidad?). La idea preponderante, es concebir al autismo como una condición dinámica, cuyos síntomas fluctúan en intensidad conforme a las condiciones dadas. El autismo como condición dinámica, aún no tiene una explicación con base empírica para determinar por qué algunos niños autistas ya no cumplen con los criterios de diagnóstico en la edad adulta y, de la misma manera, por qué algunas personas autistas no presentan síntomas clínicamente perjudiciales hasta la edad adulta(2).


Esto ha abonado al nuevo enfoque para entender el espectro autista, no como un gama lineal de variaciones, sino como un crisol de manifestaciones que deben abordarse individualmente.



Referencias




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