Los trastornos de la personalidad son un grupo de patologías mentales que tienen en común el hecho de constituir patrones permanentes de experiencias internas que se desvían marcadamente de lo esperable en la cultura a la que el paciente pertenece y que afectan a diversas áreas del funcionamiento habitual de esa persona, tales como los pensamientos, las emociones o el control de los impulsos.
El DSM reconoce los siguientes clusters o grupo de categorías:
1) Cluster A o grupo excéntrico
Paranoide: Patrón reiterado de desconfianza y hostilidad.
Esquizoide: Tendencia a ser indiferente a dimensiones sociales.
Esquizotipico: Pensamiento raro and creencias mágicas.
2) Cluster B o grupo dramático o emocional
Antisocial: Criminalidad, impulsividad e irresponsabilidad.
Trastorno límite: Miedo al abandono, identidad perturbada y dificultad en relaciones.
Narcisista: Arrogancia, sensación de grandiosidad, privilegio y, auto importancia, manipulación.
Histriónico: Búsqueda de atención y provocación.
3) Cluster C o ansioso.
Evitativa : Falta de compromiso en situaciones sociales por miedo al rechazo.
Dependiente: Mentiras en demasía para buscar el apoyo de otros.
Obsesivo compulsiva: Adherencia rígida a reglas, rutinas. Perfeccionismo.
El Trastorno del Espectro Autista no es un desorden de la personalidad pero suele suceder que ciertos trastornos están sobrepuestos con el TEA. En un estudio con 54 personas con autismo, se determinó que el 52% no presentaban rasgos de alguna otra comorbilidad mientras que el 48% restante cumplía con uno o más rasgos de alguna patología. Los trastornos más recurrentes fueron: (1) esquizoide, (2) Obsesivo compulsivo, (3)evitativo y esquizotipo (solo un paciente). Ninguno de los 54 participantes cumplieron con criterios dependientes o perteneciente al grupo B. Aunque varios de los participantes cumplieron con criterios paranoides o narcisitas. También se observó que con pacientes de más de una patología, el obsesivo compulsivo siempre estaba presente.
Áreas de confusión diagnóstica:
A veces se cree que la paranoia es un poco como el TEA, debido a experiencias negativas ante el rechazo, la burla y el bullying. También, hay diferencias en formas de procesamiento y dificultades en la comprensión de las intenciones de las otras personas. Por esta razón, los indicadores paranoides pueden estar elevados.
El desorden esquizoide es el de mayor solapamiento con el TEA y ese es el más fácil de confundir; ya que el TEA tiene dificultades de interacción y comunicación social comparables con los síntomas esquizoides.
Al respecto de la esquizotipia, suele ser muy confuso porque el TEA está entre lo esquizoide y lo esquizotípico, y estos no pueden ser diagnosticados si los síntomas de alguno de estos ocurre exclusivamente durante el curso del TEA. Hay sólo dos desórdenes de personalidad que tienen esta excepción específica.
Hay una leve sobreposición de la psicopatía y el trastorno antisocial con el TEA, ya que ambos suelen relacionarse con una reducida empatía. Sin embargo, la capacidad de manipulación de la psicopatía está asociada con la comprensión de la forma de pensar y sentir de las otras personas (habilidad no desarrollada en personas autistas).
En el TEA hay distanciamiento social malinterpretado como narcisista; pero los motivos detrás de los comportamientos son muchos más complejos en la personalidad narcisista, pues hay una necesidad de proteger el propio ego. Además los narcisistas se diferencian porque son mucho más extrovertidos y abiertos a experimentar.
El trastorno límite de la personalidad, tiene un empalme con la desregulación emocional del TEA pero generalmente no hay mucha similaridad a falta de esfuerzos francos para evitar abandono, impulsividad o inestabilidad en las relaciones interpersonales. Estas personas son mucho más conscientes y extrovertidos que los autistas.
Esencialmente con la personalidad histriónica no existe solapamiento, y de hecho es el desorden menos similar con el TEA.
Los desórdenes tipo C son fácilmente confundidos con el TEA, porque ambos están caracterizados por comportamientos evasivos. En ambos casos existe un miedo potencial de vergüenza, pero en los autistas se observa una sensibilidad estimulada por los ambientes; por lo que tal vez sea la razón de evitar situaciones sociales como oposición al miedo debido a al rechazo o a la humillación.
La reducida autonomía en algunas personas autistas provoca un empalme de criterios con la personalidad dependiente.
El trastorno obsesivo compulsivo es el segundo tipo de personalidad más difícil de diferenciar del TEA (después del esquizoide). Los patrones de comportamiento restringidos del TEA pueden ser fácilmente confundidos con TOC.
En el estudio antes mencionado, se obtuvo un perfil modelo de cinco factores que suelen inducir a una equivocación diagnóstica:
1. Poca apertura.
2. Poca consciencia.
3. Poca extraversión.
4. Poca simpatía.
5. Alto neurotismo.
Técnicamente, un individuo autista puede tener cualquier comorbilidad aunque existe un gran riesgo de que las patologías A y C se confundan y conduzcan a un diagnóstico erróneo. Cuando se considera cómo diagnosticar con precisión a alguien con TEA y algún trastorno de personalidad, es muy importante encontrar la raíz o motivación real de cada comportamiento porque eso es lo que suele separar al TEA de otras comorbilidades. Es decir, los comportamientos pueden ser iguales, pero no su causa.
Referencias
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