Dependiendo del tipo de transporte empleado se generarán diferentes reacciones ya que cada opción presenta una atmósfera particular. Emplear el transporte público como camión, tren, metro o taxi tienen la ventaja de ser económicos y permiten hacer actividades mientras se viaja como ver el teléfono o escuchar música, pero suponen una alta interacción social, sobreestimulación sensorial y alto grado de impredictibilidad [1].
Para evitar esos inconvenientes se puede optar por el uso de la bicicleta, la motocicleta o el automóvil que permiten la autodeterminación del horario y reducen o eliminan la interacción social. Sin embargo, implican tanto costos más elevados como una responsabilidad y habilidad en su uso que no todas las personas autistas pueden asumir. Por tal razón, el transporte público puede ser a veces la única opción disponible para trasladarse, pero esto puede ser un reto de la vida diaria para personas autistas al enfrentar diversos estímulos y situaciones desagradables y distractores tales como:
-Los espacios reducidos que dificultan la movilidad y crean una sensación de enclaustramiento.
-La inevitable proximidad y el contacto físico con otros pasajeros.
-Las multitudes.
-La imposibilidad de elegir los asientos o lugares menos agobiantes.
-El bullicio (conversaciones, tráfico, transporte, aparatos eléctricos, altavoces, música)
-La necesaria interacción con personal de servicio y pasajeros.
-La alta exposición a estímulos visuales (señales, letreros, anuncios, luces)
-Exposición a todo tipo de olores indeseables por la poca renovación del aire.
-El sobrecalentamiento del ambiente.
-La inconsistencia de los horarios y tiempos de espera inhabituales.
-Los cambios de ruta a causa del tráfico o problemas urbanos.
-La imposibilidad de estimar el tiempo de desplazamiento.
-El movimiento irregular del transporte debido a una mala conducción o el deterioro del pavimento.
-La falta de mantenimiento y limpieza.
-La incertidumbre en cuanto a la inseguridad, los conflictos y los accidentes viales.
-La falta de paciencia y cortesía en situaciones que demandan rapidez y agilidad.
Por sí solo uno de los factores anteriores o la suma de varios de ellos pueden desencadenar una crisis explosiva (meltdown) o de bloqueo (shutdown) que son situaciones que se presentan casi de forma inmediata. Pero también la exposición reiterada puede contribuir a largo plazo a un agotamiento crónico o burnout autista. La campaña inglesa “Too much Information” (Demasiada Información) reveló a través de sus encuestas que las personas autistas pueden alcanzar niveles bastantes altos de ansiedad al punto de incapacitar a la persona para dejar su casa. En dicha encuesta [2] se descubrió que el 52% de autistas reportó que simplemente el temor a experimentar cambios inesperados como los retrasos, desvíos y cancelaciones les impide ir en transporte público.
Para sortear escenarios potencialmente catastróficos es necesario identificar los disparadores individuales que conducen a situaciones difíciles de controlar. La estrategia principal es evitar que se acumulen varios factores al tratar de minimizar aquellos que pueden ser paliados empleando algún tipo de ajuste razonable, planificación u horario específico, por ejemplo.
Pese al reto que implica usar el transporte público, muchas personas autistas prefieren esta opción para evitar el uso del automóvil que puede resultar abrumador o para evitar depender de otras personas para desplazarse. Así que lo más aconsejable es desarrollar estrategias para mantener el nivel de autonomía en la vida diaria.
IDEAS PARA NAVEGAR |
Identificar los factores desencadenantes que surgen en cada tipo de transporte público. |
Analizar la ruta para determinar los momentos y sitios que ofrecen menor sobreestimulación. |
Caminar próximo a la pared para permitir a otros el libre paso y evitar conflictos. |
Alejarse en lo posible de puertas y pasillos para minimizar el contacto físico. |
Solicitar como ajuste razonable el ingreso al trabajo o a la escuela con un poco de antelación o retraso para evitar las horas pico. |
Permitir que la multitud baje o suba primero para evitar la presión de otros usuarios. |
Organizar las actividades diarias de manera tal que se eviten los momentos más concurridos. |
Planificar el desplazamiento con tiempo de holgura para evitar el estrés por la prisa y para tolerar retrasos. |
Emplear audífonos con cancelación de ruido o tapones para los oídos para atenuar el bullicio. |
Evitar tocar o mantener contacto visual sostenido con otros pasajeros. |
Minimizar y compactar las pertenencias para facilitar el movimiento dentro del transporte y durante el ascenso y descenso. |
Preparar el pago con antelación para reducir el estrés al realizar la transacción. |
Emplear fidgets o juguetes antiestrés no ruidosos para liberar la tensión durante el trayecto, especialmente aquellos que puedan colgarse en el cuello o utilizarse dentro del bolsillo del pantalón. |
REFERENCIAS