El autismo impacta en el número y forma de las conexiones neuronales que generan una forma de procesamiento cerebral diferente en relación a la población normal o neurotípica.
Aunque aún no se sabe la causa exacta del TEA, los avances científicos indican que las personas autistas presentan diferencias a nivel neuronal, incluso hay sutilezas anatómicas a nivel cerebral (en la amígdala, el cerebelo y los lóbulos temporales). Estas particularidades, se han comparado con la idea de que un autista posee un "software" diferente, e incluso incompatible con el de una persona normal o sin desviaciones neurológicas (como si se tratara de Mac y Windows). Esta analogía, ofrece la idea de que ambos tienen herramientas para alcanzar resultados similares pero empleando vías diferentes.
Esta percepción antagónica sobre el mismo fenómeno, ha creado confusión sobre la experiencia de ser una persona autista, tanto para los propios autistas como para el público en general. Al punto tal, que hay personas que se derrumban ante el diagnóstico (especialmente padres de niños pequeños), y otros más que se sienten aliviados por hallar sentido a sus intereses, tendencias y comportamientos (especialmente adultos con diagnósticos tardíos).
Las posturas discrepantes, tienen su raíz en un neologismo acuñado por Judy Singer. Esta socióloga, denominó neurodiversidad, a las formas atípicas de pensar y aprender, construyendo con ello un nuevo paradigma de biodiversidad y diversidad cultural en los humanos. Esta concepción, ha permitido abrir el rango de lo que significa normal o típico, tal y como está sucediendo con la identidad de género en la actualidad; formándose gradualmente un movimiento para abogar por los derechos y oportunidades para personas cuyo esquema de procesamiento mental difiere de las personas "normales" o neurotípicas.
El concepto de neurodiversidad ha provocado avances favorables en términos de aceptación e inclusión social, no solo para el TEA sino también para otras condiciones de vida que demandan la comprensión, tolerancia y solidaridad para adoptar y permitir ciertos ajustes en el entorno a fin de que las personas neurodivesas alcancen u obtengan los mismos beneficios que las personas neurotípicas. Pero desde otro ángulo, la perspectiva neurodiversa no recoge el impacto de los rasgos más profundos del TEA. Pues al considerar que cada rasgo es parte de una manifestación natural alterna, no permite integrar el concepto de déficit o discapacidad; hecho que contribuye a la visión tan polarizada de lo que significa estar dentro del espectro autista.
Hace poco más de una década, la percepción del autismo ha cambiado en el mundo científico; pues se considera que el autismo no solo debe verse como una condición con dificultades de comportamiento, sino que también debe asociarse con una habilidad particular. Así que el objetivo de conocer detallada y concienzudamente el TEA, tiene el propósito de favorecer la ayuda personalizada en lo que respecta al círculo próximo de la persona autista, crear conciencia e inclusión social en el entorno donde la persona participa, así como desarrollar una detección precisa y oportuna en lo que compete a los profesionales de la salud y la educación. Insistiendo en que toda intervención que resulte de una mayor adaptación al medio no implica la supresión de la condición autista, y que por tanto prevalece en la mente del individuo una forma de procesamiento de la información diferente a las personas neurotípicas (o normales a nivel neuronal).
Cada vez hay mayores indicadores, para creer que existe, para bien o para mal, una diferencia entre humanos, no sólo a nivel social y físico como antes se creía; sino también a nivel de la psique. Sin duda el autismo es otro tipo de manifestación del cerebro humano.
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Si
No. Hay neurotípicos y neurodivergentes.
Referencias