Por sí mismo el autismo no es un trastorno del aprendizaje ni afecta la capacidad intelectual del individuo, sin embargo, la percepción, la comunicación y la socialización si se encuentran comprometidas y puede conducir a formas de pensamiento rígido, comportamientos rutinarios, interpretación literal de la información, conductas solitarias y a una interacción social fuera de lo común. Normalmente los objetivos académicos son alcanzados por los autistas, pero a veces no se logran por cuestiones sociales y cognitivas no relacionadas con el contenido de la materia.
Se sabe que la parte formativa de un profesor es muy demandante debido a los tiempos establecidos, a una estructura definida y a un contenido por cumplir, por lo que atender las necesidades particulares del total de estudiantes se perciba complicado o hasta imposible. Ante ello, muchos profesores se sienten rebasados con la sola idea de ajustar su enfoque de enseñanza o muestren un efecto reactivo a participar en prácticas inclusivas por creer que atender puntualmente a los alumnos con requerimientos específicos implica una carga. Al respecto, el psicólogo Germán Ríos señala que “El profesor no debe sumarse como apoyo sino como una figura que favorezca la búsqueda del apoyo” (1); esto es, que no debe asumir la responsabilidad del bienestar del estudiante, pero tampoco convertirse en un obstáculo para que el alumno se desarrolle académicamente.
Los profesores capacitados en neurodiversidad y particularmente en autismo, pueden jugar un papel importante en la toma de decisiones con conocimiento de causa en materia de ajustes razonables; esto es, adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada o indebida, cuando se requieran en un caso particular[2]. La idea es generar un equilibrio entre los requerimientos de la docencia y los ajustes razonables empleando la amabilidad como la mejor herramienta para apoyar a alguien. Se espera, por tanto, que el docente facilite la comunicación, derive al alumno a la instancia pertinente y otorgue la oportunidad de alcanzar las metas estipuladas por rutas alternas.
Las modificaciones a nivel curricular o la enseñanza personalizada suponen un reto poco realista en el ámbito universitario, pero en cambio es factible permitir ajustes razonables para que el autista sortee por cuenta propia sus desafíos en el entendido que el objetivo principal es favorecer la autonomía y prepararse para la vida laboral donde se reducirán aún más los apoyos. Esto ayudaría a reducir la tasa de deserción y el desarrollo de un segundo trastorno mental (leer más en salud mental y autismo).
Los ajustes razonables no pretenden ser una carga adicional para el docente, simplemente busca la redirección de esfuerzos o uso de otra perspectiva para facilitar un camino alterno al estudiante; dichas adecuaciones pueden hacerse a nivel de interacción directa con el alumno, durante el desarrollo de la clase o en situaciones específicas como actividades extra clase o durante evaluaciones. Las acomodaciones y consideraciones que busca un autista no pretenden bajar la exigencia académica o eximirlo de responsabilidades, sino de llegar al resultado con diferentes recursos.
La neurodiversidad en la universidad, idealmente debería definir las posibilidades y alcances que se tienen a nivel institucional, y cómo el apoyo se encadena con cada área (admisión, deportiva, administrativo, académico) para evitar la oferta de falsas políticas inclusivas que solo queden en el discurso o que no se les den seguimiento. Para ello, es necesario una actualización y formación en temas de neurodiversidad, para no abordar las problemáticas desde el lente estigmatizado y desinformado. La visibilización del autismo es el primer peldaño hacia una educación inclusiva que garantice que todos los estudiantes, independientemente de sus habilidades, necesidades o discapacidades, tengan acceso a una educación de calidad y se sientan valorados y respetados en su entorno educativo (leer más en ¿Qué son los ajustes razonables?)
IDEAS PARA NAVEGAR - AJUSTES RAZONABLES EN EL ÁMBITO UNIVERSITARIO |
RELACIÓN CON EL ESTUDIANTE |
· Abrir el diálogo con el estudiante para negociar acomodaciones razonables. · Proteger y reservar el diagnóstico del estudiante cuando así se solicite a fin de favorecer la confianza. · Ofrecer un medio de comunicación para esclarecer dudas. · Referir al estudiante al departamento de apoyo competente. · No pretender ser el agente de apoyo sino un facilitador hacia las entidades de apoyo. · Centrar el enfoque en el contenido de la materia y no en los puntos difíciles para el autismo (falta de lenguaje corporal, contacto visual, expresividad facial o el diálogo muy rápido o muy lento). |
DESARROLLO DE CLASE |
· No dar por sentado un proceso y desglosar los pasos de una actividad o proceso. · Proporcionar ejemplos concretos de los conceptos que van a trabajarse en clase. · Permitir el trabajo individual, o si es indispensable el trabajo colaborativo, establecer los roles y metas de trabajo de cada miembro. · Conceder más tiempo para responder a preguntas. |
EVALUACIÓN Y EXÁMENES |
· Proporcionar una rúbrica completa y precisa. · Minimizar o eliminar instrucciones o frases ambiguas, así como reglas implícitas. · Retroalimentar al estudiante sobre sus entregas en la medida de lo posible. · Aclarar dudas sobre las instrucciones durante una prueba. |
Referencias