Para que una persona se adapte a su entorno requiere de un conjunto de habilidades que le permitan responder a las demandas naturales y sociales de su ambiente y en consecuencia enfrentar la vida diaria. La capacidad de adaptación es el resultado de la suma de habilidades prácticas, sociales y conceptuales [A].
Habilidades prácticas: incluyen las actividades de la vida diaria (aseo y alimentación), habilidades ocupacionales, manejo del dinero, seguridad, cuidado de la salud, viajes/desplazamientos, planeación y uso del teléfono o de la computadora.
Habilidades sociales: capacidad para establecer relacionales interpersonales, interactuar con los demás, responsabilidad social, autoestima, seguimiento de reglas y normas, y resolución de problemas sociales.
Habilidades conceptuales: lenguaje receptivo y expresivo, lectura y escritura, conceptos aritméticos básicos y conceptos relativos al dinero o el tiempo, así como el control de uno mismo.
La combinación de los tres tipo de habilidades constituyen la capacidad de adaptación y se reflejan como conductas adaptativas que permiten funcionar de acuerdo al entorno y mantenerse a sí mismo de manera independiente al cubrir tanto las propias necesidades como las expectativas culturales y sociales.
A veces la capacidad de adaptación se dificulta debido a ciertas variables personales, cognitivas, sociales y situacionales que provocan un funcionamiento adaptativo limitado [A]. Esto puede derivar en conductas desadaptativas, las cuales irrumpen en un escenario o atentan contra la tranquilidad y armonía, y se perciben por otros como incoherente o incongruente con el contexto o situación; sin embargo, no alcanzan el nivel de una conducta inadaptada producto de problemas de salud mental que conducen a ejercer la violencia y a tener conductas antisociales como robos, peleas o promiscuidad.
Frecuentemente se piensa que las conductas desadaptativas solo son aquellas de tipo disruptivo en donde se altera el orden. Pero también son todos aquellos comportamientos que limitan la inserción social, escolar o familiar debido a las deficiencias de adaptación social, maduración o aprendizaje.
En el autismo aparecen conductas desadaptativas porque las habilidades sociales están comprometidas; aunque también hay casos dentro del espectro autista en que además se presentan dificultades en las habilidades prácticas y conceptuales. Adicionalmente, cerca de 1/3 de la población autista tiene algún grado de deficiencias en las habilidades intelectuales lo que afecta notablemente la capacidad de adaptación (leer más en el autismo más conocido o profundo). Es importante subrayar que en el caso del Trastorno del Espectro Autista suelen presentarse conductas desadaptativas pero no inadaptadas excepto que haya un trastorno simultáneo.
Los comportamientos repetitivos, la resistencia al cambio, los intereses restringidos, las respuestas atípicas a los estímulos sensoriales y la autoestimulación, a veces se consideran desadaptativas porque afectan directamente el funcionamiento social, práctico o conceptual debido a la incapacidad de las personas autistas para flexibilizar cualquier conducta ante un potencial cambio. Lo anterior sumado a la escasa participación en la actividad social, donde se practican y desarrollan las habilidades necesarias para la autonomía personal, hace que se acentúen las limitaciones y desafíos propios del autismo.
Las conductas desadaptativas tienen un fuerte componente cultural que incrementa la posibilidad de que se considere desarmónico simplemente por ser atípico, lo que conduce a muchas personas autistas a ocultar sus diferencias mediante la supresión o enmascaramiento de sus comportamientos. Pero esta forma compensada de adaptarse al entorno puede tener un alto costo a nivel físico y mental, y conducir a crisis momentáneas de bloqueo o explosión, o incluso a un agotamiento crónico (burnout autista).
Los comportamientos atípicos no necesariamente son disruptivos, por lo que idealmente no deberían representar un problema. Solamente cuando las conductas desadaptativas limiten el funcionamiento deben de redireccionarse una vez que se ha determinado el origen y propósito de la conducta [B]. Para ello comprender el trasfondo de cada problema de conducta es esencial, para descubrir si el comportamiento se origina a partir del contexto mismo, de las barreras hacia la participación o de un aspecto biológico como una desregulación, de una condición co-ocurrente como la alteración del procesamiento sensorial, de una comorbilidad médica como problemas gastrointestinales o de una enfermedad mental como el trastorno obsesivo compulsivo.
La redirección de conductas autistas, no deberían atentar contra la naturaleza y lógica de la mente autista al eliminar o intercambiar conductas, sino debería diversificar y flexibilizar los comportamientos de manera proactiva a fin de prevenir la aparición de futuros problemas de relaciones interpersonales, inserción laboral, autonomía financiera o independencia cotidiana.
IDEAS PARA NAVEGAR |
Basar las conclusiones sobre la motivación y propósito de la conducta desadaptativa en observaciones concienzudas y objetivas. |
En lo posible recurrir a un profesional para realizar un perfil cognitivo, un perfil sensorial y descartar problemas de salud a nivel físico y mental. |
Redireccionar las conductas desadaptativas con una visión a largo plazo respetando la naturaleza autista y siempre a favor del bienestar de la persona. |
Emplear como intervención terapéutica el Apoyo Conductual Positivo que emplean un enfoque proactivo y que se basa en el reforzamiento positivo. |
REFERENCIAS