top of page
Foto del escritorLiz Montejano Fluchaire

Ambos lados de la empatía

Las personas autistas son habitualmente percibidas de forma más negativa debido a sus comportamientos; en general, suelen sufrir con mayor frecuencia malentendidos y reciben poca aceptación por parte de la comunidad no autista, lo que tiene efectos negativos en su salud mental [1]. Estas dificultades se derivan de la incapacidad de hacer una lectura sobre una situación social, y es un rasgo tan característico que es uno de los criterios para diagnosticar el autismo.


Esas dificultades sociales se asocian con problemas para interpretar los estados mentales y los motivos de otras personas, que llevan a hacer predicciones sobre el comportamiento de los demás, una capacidad llamada mentalización o Teoría de la Mente (Tom) que se considera deteriorada en personas autistas.

Teoría de la mente

Inicialmente, esto condujo a creer que las dificultades en la metalización o Tom eran un reflejo de una falta total de empatía. Hoy se sabe que la capacidad de reconocer estados mentales de otra persona (empatía cognitiva) es solo una cara de la moneda, teniendo en cuenta que la habilidad complementaria es responder a los estados mentales de una forma apropiada imaginando lo que siente el otro (empatía emocional). Ya que ambos componentes de la empatía son mecanismos neurobiológicos distintos (aunque interrelacionados), pueden tener diferentes trayectorias de desarrollo y generar un desequilibrio empático, es decir, la tendencia a experimentar un tipo de empatía mayor que otro [2].

 

Así que la falta de empatía es un mito que debe ser derribado, pues las personas autistas si son empáticas. Incluso se tiene registro que las personas autistas tienden a tener un mayor nivel de empatía emocional que cognitiva a tal punto que pueden percibir el entorno emocionalmente abrumador algo conocido como hiperempatía. Por eso se ha sugerido que la desregulación emocional tan común en el autismo sea impulsada por el desequilibrio empático [3].


Desequilibrio empático

La falta de sintonía entre dos personas provocada por el desequilibrio empático puede dar lugar a una comunicación deficiente [3], así que normalmente las fallas durante el intercambio social se atribuyen a de la persona autista, porque el comportamiento no se ajusta a los estándares típicamente esperados, los más normalizados y los que presenta la mayoría de la población; pues además  no existe ningún requisito personal para comprender la mente de la "persona autista" a menos que se esté estrechamente relacionada con ella.[4]


Adaptación de las personas autistas para convivir

Sobre esa reflexión el investigador Damian Milton, un sociólogo autista, ofreció un ángulo distinto para el fracaso de las personas autistas en el aspecto social. Partió de la base de que las interacciones sociales ocurren dentro de un contexto continuamente negociado y mutuamente construido por lo que la ruptura en el entendimiento mutuo es un tema que debe ocupar a ambas partes y no solo a aquella que pertenece a la mayoría.


De tal forma que la falta de sintonía entre personas autistas y no autistas no sólo se debe a los problemas de los autistas para relacionarse sino también al desinterés de la contraparte para asimilar una forma distinta para interactuar. Esto constituye la esencia de la Teoría de la Doble Empatía que hace eco de los principios de la neurodiversidad, al subrayar que las personas autistas simplemente tienen una forma diferente de comunicarse en lugar de una deficiente[5].


Esta teoría conduce con facilidad a asumir el autismo como una mera diferencia y hace de lado las diferencias a nivel de funcionamiento y anatomía cerebral que producen alteraciones en el comportamiento y que conllevan dificultades de adaptación social y una reducción en la calidad de vida como consecuencia. Sin embargo, la teoría de la Doble Empatía ha contribuido enormemente al entendimiento del autismo y al fomento de acciones más inclusivas porque resalta la importancia de examinar ambos lados de las interacciones sociales en lugar de centrarse únicamente en las formas en que las personas autistas se desvían de la norma [3]. En una perspectiva más equilibrada puede decirse que el comportamiento social atípico de las personas autistas tiene un origen biológico que se acentúa por prácticas culturales que buscan alinear todas las expresiones en una normalidad establecida por la mayoría de las personas no autistas o neurotípicas.

Esfuerzo desde ambos lados de la empatía

Reflexionar sobre ambos lados de la empatía, también permite reconocer el esfuerzo que hacen las personas autistas por comprender el entorno social pese los desafíos que tienen para procesar la información social. Justamente ese esfuerzo constante y desmesurado, las hace ser altamente empáticas y validar los sentimientos y experiencias de otras personas aunque ello signifique que se sientan abrumadas y desreguladas por la interacción social.


Las personas en el espectro autista tienen un desafío de por vida para ajustar su comportamiento en formas que no surgen naturalmente, pero este desafío puede aminorarse si las personas neurotípicas ponen de su parte para reducir la brecha del entendimiento.


Reducir la brecha del entendimiento



REFERENCIAS



Entradas relacionadas

Ver todo

Comments


bottom of page